lunes, 27 de abril de 2015

El liderazgo bíblico de la Iglesia por Mark Dever



¿Qué tipo de liderazgo existe en una iglesia saludable? ¿Una congregación comprometida con Cristo, con el don de servir? Sí. ¿O diáconos que son modelos de servicio en todas las areas de la iglesia? Sí. ¿O un pastor que fielmente predica la palabra de Dios? Sí. Pero bíblicamente, existe algo más, que también es parte del liderazgo de una iglesia saludable: los ancianos.

Es mi oración como pastor que Cristo colocará entre su pueblo hombres quienes, por sus dones espirituales y cuidado pastoral, indican que Dios les ha llamado para ser ancianos u obispos (las palabras son usadas intercambiablemente en la Biblia; ej. Hch. 20). Oro para que Dios provea y capacite a tales discípulos para la enseñanza y trabajo del cuidado pastoral en nuestra congregación. Si se mira con claridad que Dios ha capacitado a un determinado hombre en la iglesia, y si después de haber orado, la iglesia reconoce sus dones, entonces él deberá ser asignado como un anciano.

Todas las iglesias han tenido hombres quienes han ejecutado funciones de ancianos, aunque estos fuesen llamados por otros nombres. Los dos nombres en el Nuevo Testamento para este oficio eran episcopos (obispos) y presbuteros (anciano). Cuando los evangélicos escuchan la palabra “anciano”, muchos inmediatamente lo relacionan con “Presbiteriano”, a pesar de que en el siglo dieciséis, los primeros Congregacionalistas enseñaron que el presbiterio fue un oficio en la iglesia del Nuevo Testamento. Los ancianos pudieron hallarse en las iglesias Bautistas de Norte América a lo largo del siglo dieciocho y diecinueve. De hecho, el primer presidente de la Convención de los Bautistas del Sur, llamado W. B. Johnson, escribió un tratado en el cual hace un llamado a la práctica de tener una pluralidad de ancianos, y que sea reconocida bíblicamente y además imitada por más iglesias Bautistas. La petición de Johnson no fue escuchada. Ya sea por la falta de atención a la Escritura, o la presión de la vida en esas regiones donde vivían, en la cual las iglesias estaban creciendo aceleradamente, la práctica de cultivar tal liderazgo declinó. Sin embargo la mesa de discusión de los Bautistas continuó en cuanto a retomar este oficio bíblico. Llegando hasta principios del siglo veinte las publicaciones bautistas se referían a los líderes con el título de “anciano.”


Los Bautistas y los Presbiterianos han tenido dos diferencias básicas en el entendimiento de los ancianos. Lo primero y más fundamental es que los bautistas son congregacionales. Eso significa que ellos entienden que el discernimiento final de cualquier aspecto no descansa sobre los ancianos de la congregación (o más allá como en el modelo presbiteriano), pero sí en la congregación como un todo. Los Bautistas, por lo tanto, enfatizan la naturaleza consensual de la acción de la iglesia. De manera que en una iglesia Bautista, los ancianos, las Juntas y Comités actúan finalmente en una capacidad como consejeros a la congregación total.

Una observación más es en relación al orden de autoridad de la asamblea congregacional. La asamblea congregacional es la única corte final de veredicto que Cristo dejara; no existe otra autoridad local sobre la que se rija la iglesia. Una y otra vez hallamos en el Nuevo Testamento evidencias de lo que parecería ser un estilo temprano de liderazgo congregacional. Encontramos en Mateo 18 a Jesús enseñando a sus discípulos acerca de confrontar a un hermano hallado en pecado. La última autoridad no son los ancianos, los obispos o el papa, tampoco un Consejo o Convención. La corte final es la congregación. En Hechos 6, los apóstoles delegaron la decisión de establecer diáconos a la congregación.

También encontramos en las cartas de Pablo evidencias de la asunción que la congregación tiene la responsabilidad final en asuntos de autoridad. En 1 Corintios 5, Pablo no culpa ni al pastor, ni a los ancianos o a los diáconos, sino que a la congregación por tolerar el pecado. En 2 Corintios 2, Pablo hace referencia a lo que la mayoría de ellos han hecho en cuanto la disciplina de un hermano en pecado. En Gálatas, Pablo llama a la congregación a discernir la enseñanza que ellos estuvieron escuchando. En 2 Timoteo 4, Pablo reprobó no solo los falsos maestros, sino también aquellos que les pagaron para enseñar lo que en su comezón de oídos querían escuchar. Los ancianos pueden dirigir de manera bíblica solamente bajo el marco reconocido por la congregación.

El segundo desacuerdo es sobre el rol y responsabilidad de los ancianos. Los Presbiterianos hacen énfasis en la declaración de Pablo a Timoteo en I Timoteo 5:17: “Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza.” La última frase, argumentan algunos, claramente sugiere que tienen que haber ancianos quienes su trabajo principal no era predicar o enseñar pero sí gobernar o administrar. Este es el origen de la diferencia de los Presbiterianos en cuanto a “ancianos gobernantes” (ancianos laicos) y “ancianos maestros”(ministros).

Sin embargo la palabra “especialmente” es una traducción cuestionada del original griego malista, la cual por el contexto es mejor traducida como “ciertamente” o “particularmente.” Anteriormente se leyó en 1 Timoteo 4:10 lo siguiente: “porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos especialmente (malista) de los que creen.” Parece ser que Pablo está diciendo que habrá gente que será salva sin creer, así como que se dirigirán los asuntos de la iglesia sin predicar ni enseñar: en otras palabras, ninguno de estos argumentos puede ser válido.

Los Bautistas tienden a enfatizar lo intercambiable de los términos de “anciano,” “obispo” y “pastor” en el Nuevo Testamento, y han hecho notar que en I Timoteo 3:2, Pablo claramente dijo a Timoteo que los “ancianos” deben ser “aptos para enseñar.” Y escribió a Tito que un anciano “debe apegarse a la
palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan” (Tito 1:9). Por lo tanto, los Bautistas muy a menudo han negado la propiedad de tener ancianos que no estén capacitados en la enseñanza de las Escrituras.

Sin embargo, lo que los Bautistas y Presbiterianos del siglo XVIII han estado de acuerdo es que debe de existir una pluralidad de ancianos en cada iglesia local. Aunque esto no sugiere un específico número de ancianos para una congregación en particular, el Nuevo Testamento claramente hace referencia a los “ancianos” (en plural) en las iglesias locales (Ej. Hechos 14:23; 16:4; 20:17; 21:18; Tito 1:5; Santiago 5:14). Mi propia experiencia confirma la utilidad de seguir la práctica del Nuevo Testamento, hasta donde sea posible, de tener más ancianos en una iglesia local que simplemente un pastor solitario, y permitirles que sean personas arraigadas a la congregación. Esta práctica es inusual entre las iglesias Bautistas de hoy en día, pero hay una creciente tendencia y por una buena razón. Fueron necesarios en las iglesias del Nuevo Testamento, y de igual forma hoy son necesarios.

Esto no significa que el pastor no tenga un rol específico. Hay muchas referencias en el Nuevo Testamento de predicaciones y predicadores que no se aplicarían a todos los ancianos de la congregación. En la epístola a los corintios, Pablo se dio exclusivamente a la predicación en una forma que los ancianos laicos en una iglesia no podrían hacerlo (Hech. 18:5; rf. 1 Co. 9:14; 1 Tim. 4:13; 5:17). Parece ser que los predicadores se movían a un lugar exclusivamente para predicar (Ro. 10:14-15), mientras que los ancianos parecían ser parte ya de la comunidad. (Ti. 1:5). (Para mayor entendimiento en estos aspectos puede leer Una Manifestación de la Gloria de Dios, [Centro para la Iglesia Reformada/Ministerio de las Nueve Marcas:2001].

Es necesario recordar que el predicador o pastor es, fundamentalmente, también uno de los ancianos de la congregación. Esto quiere decir que aquellas decisiones de la iglesia que no requieran de la atención de todos los miembros, no deben de recaer solamente en el pastor sino en todos los ancianos como un todo. Aunque algunas veces pareciera voluminoso, tiene grandes beneficios para complementar los dones del pastor, compensando algunos de sus defectos, supliendo su discernimiento, y dando apoyo en las decisiones de la congregación, exponiendo menos a los líderes de una crítica injusta. También hace que los líderes estén más arraigados y permanentes, y permite también una continuidad madura. Anima a la iglesia a tomar más responsabilidad por su propia espiritualidad y ayuda a la iglesia a ser menos dependiente de su propio personal que emplean.

Muchas iglesias modernas han tendido a confundir el rol de los ancianos con el de los diáconos o del personal de apoyo ministerial. El rol de los diáconos está basado también en el Nuevo Testamento; su fundamento se encuentra en Hechos 6. Mientras que la distinción de los dos oficios es difícil, los intereses de los diáconos son los detalles prácticos en la vida de la iglesia: administración, mantenimiento y el cuidado de las necesidades físicas de los miembros. En muchas iglesias hoy en día, los diáconos han tomado algún rol espiritual; pero más se ha dejado eso para el pastor. De nuevo, sería beneficioso para la iglesia distinguir entre el rol del anciano y del diácono.

El ser anciano es el oficio bíblico que sostengo como pastor: soy el anciano predicador principal. Pero todos los ancianos deben trabajar juntos para la edificación de la iglesia, reunirse regularmente a orar y discutir, o dar recomendaciones a los diáconos o la iglesia. De manera clara, este es un concepto bíblico que tiene valor práctico. Si esto se implementara en nuestras iglesias, podría ayudar a los pastores inmensamente, quitándoles peso de sus hombros y aún de sus propios subalternos tiranos que a veces se hallan en sus iglesias. Ciertamente, la práctica de dar reconocimiento a hombres laicos piadosos, con discernimiento y confiables como ancianos es otra marca de una iglesia saludable.


Preguntas para reflexionar

1. Lea Mateo 18:15-17. ¿A quién reconoce Jesús como la autoridad final que tiene la responsabilidad de juzgar a un hermano que ha cometido una ofensa? Ahora lea Hechos 6:1-4. ¿A quiénes responsabilizaron los apóstoles para escoger a los siete diáconos? Lea también 2 Corintios 2:6. ¿Quién emitió el castigo de este hombre en aflicción? ¿Cuál parece ser la implicación de este pasaje acerca de sobre quien descansa la autoridad final en los asuntos de la iglesia?

2. Lea Tito 1:5. Entendiendo que la autoridad final de la iglesia descansa sobre la asamblea congregacional ¿por qué cree que a pesar de esto Pablo consideró sabio el tener ancianos en cada iglesia?

3. En I Timoteo 3:1-6, Pablo proporciona una lista de requisitos de un anciano. Tome algún tiempo para pensar por qué esos rasgos de carácter son tan importantes en un líder de una iglesia. ¿Quiénes cumplen con estas cualidades en su iglesia?

4. Lea Hechos 6:1-4. ¿Cuál es la diferencia entre el papel de un diácono y el papel de los ancianos que velan por los aspectos de una iglesia? ¿Puede su iglesia reconocer esta diferencia en su gobierno?

5. Aprendemos de Hechos 6 que la tarea de los diáconos era el cuidado de las necesidades físicas de la iglesia, para que los ancianos de la iglesia (apóstoles, ancianos, pastores) se dedicaran a la oración y atender el ministerio de la Palabra. ¿Cuáles son algunas de las necesidades físicas actuales que su iglesia está pasando que podrían ser conocidas por un diácono? ¿Qué otros roles podrían jugar los diáconos en su iglesia con el fín de preservar la unidad de la iglesia o de apoyar los ministerios de la Palabra?


Conclusión

Cuando podamos asumir con certeza, que esos que se encuentran en la iglesia son regenerados, y que esos regenerados están comprometidos con la iglesia, entonces las imágenes de la iglesia del Nuevo Testamento pueden ser vívidamente ilustradas en nuestras congregaciones. Dios en su bondad, nos ha llamado a vivir la vida cristiana juntos, de manera que nuestro amor y cuidado mutuo reflejen el amor y cuidado de Dios. En el mundo las relaciones implican compromiso, con más razón y seguridad deben darse en la iglesia.

En el tercer mandamiento (Exodo 20:7; Deuteronomio 5:11), Dios advirtió a su pueblo a que no tomaran su nombre en vano. Mucho más allá que simplemente la prohibición de una profanación, este mandamiento prohibía que alguien tomara el nombre de Dios en forma vana, vacía, sin propósito o con un propósito errado.

Este mandamiento es para nosotros en la iglesia. Muchas iglesias están enfermas hoy en día. Confundimos ganancias egoístas por crecimiento espiritual. Confundimos una mera emoción por auténtica adoración. Atesoramos aceptación en el mundo en lugar de vivir de una forma que vivamos en oposición con el mundo. No importando el tomar en cuenta los perfiles estadísticos, muchas iglesias hoy en día parecen no tener ningún interés acerca de las marcas bíblicas que debe distinguir a una iglesia vital y en crecimiento.

La salud de la iglesia debería ser del interés de todos los Cristianos, y particularmente a aquellos que han sido llamados a ser líderes en la iglesia. Nuestras iglesias están para mostrar a Dios y su glorioso evangelio, a su creación. Estamos juntos para darle gloria con nuestras vidas. Esta profunda preocupación de mostrarla es nuestra digna responsabilidad y es nuestro tremendo privilegio.


—Mark Dever, Ministerio 9Marks

Fuente: libro resumido (booklet) "9 Marcas de una iglesia saludable" puedes descargar este libro Aquí  (65 pág.)


Una breve descripción del Ministerio 9Marks

Nuestra misión

Considerando: Que la hipocresía hace irrelevante a la iglesia.
Considerando: Que la pureza verdadera y atractiva es una importante herramienta de seguridad, edificación y evangelismo. Aún así, hoy en día dicha pureza es descuidada muy a menudo.
Por Lo Tanto: Nuestra misión es un llamado a la iglesia a mantenerse como la novia atractiva de Cristo, la cual compró y le dio su razón de ser. Esta labor la realizamos por medio de instruir y animar a pastores y otros líderes eclesiásticos.


Nuestro objetivo

Juntamente con una importancia renovada dada a la autoridad de las Escrituras entre muchos Cristianos evangélicos, se ha notado un aumento del secularismo y una disminución en las lealtades denominacionales, por lo que las tradiciones están siendo ampliamente cuestionadas hoy en día. Creemos que existe apertura y aun hambre para nuevos planteamientos de la iglesia en los círculos evangélicos. Hoy es el momento y la oportunidad de redefinir la iglesia en una manera más sana y bíblica.

El Ministerio de las Nueve Marcas (MNM) busca cambiar la manera en que los pastores y líderes entienden a la iglesia local. Deseamos reenfocar nuestra atención en el valor de una congregación sana. Queremos reconectar una cuidadosa teología bíblica con las prácticas de la iglesia.

Ministerio de las Nueve Marcas (MNM) provee un forum educacional para discutir, examinar y debatir los elementos de una Iglesia local modela. Además de enseñar, deseamos presentar un modelo, el cual está siendo reformado constantemente por la Palabra de Dios. Los cuatro canales primarios a través de los cuales buscamos demostrar un modelo de Iglesia saludable son:

• Medios de comunicación: radio, sitios web, grabaciones.
• Estudios: conferencias, residentados (5 meses de estudio), cursos sabatinos.
• Publicaciones: libros, panfletos, separatas.
• Alcance: grupos especializados de reflexión y viajes

Puedes encontrar mas información en español de este ministerio en:
es.9Marks.org

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