“Y la mujer respete a su
marido” (Efesios 5:33b).
El gran deber de toda esposa es
respetar a su propio esposo. Tiene también muchas otras obligaciones
que son mutuas, pero ella se caracteriza por esto. Esta es su
calificación principal como esposa. No importa cuanta sabiduría,
erudición y gracia tenga ella, si no respeta a su esposo, no puede
ser una buena esposa.
Veamos su creación: Fue hecha después
del hombre, él tiene algo de honor por haber sido creado primero.
“Porque Adán fue formado primero, después Eva” (1 Tim. 2:13).
Fue hecha del hombre, él fue la roca en que fue formada. “Porque
el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón” (1 Cor.
11:8). Vemos aquí que no fue el hombre quien estableció este orden,
sino Dios mismo. Volvamos a recordar la Caída donde escuchamos que
Dios dice: “Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará
de ti” (Gén. 3:16). En el Nuevo Testamento, el hecho que Cristo
fue “hecho de mujer” pareciera alterar esta ley inviolable:
“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree
sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio”
(Col. 3:18). “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros
maridos” (1 Ped. 3:1), “considerando vuestra conducta casta y
respetuosa” (v. 2). “Porque así también se ataviaban en otro
tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas
a sus maridos” (v. 5). Volvamos al versículo inicial. Aunque sea
ella muy importante, muy buena y su esposo muy malo y muy perverso su
deber indispensable es respetar a su esposo… no coincide con la
naturaleza ni con la decencia ponerla a la cabeza, ni más abajo ni
más arriba de la costilla. Y cuando ella acepte esto, entonces
cumplirá muy contenta y fácilmente su deber. Un Dios sabio así lo
ha ordenado, y por lo tanto es lo mejor.
I. Para empezar: la naturaleza de
este respeto.
Es un respeto auténtico, cordial y
conyugal, que es característico de una mujer buena. Y yo creo que
incluye lo siguiente:
1. La esposa debe honrar y estimar a su
esposo: “Todas las mujeres darán honra a sus maridos, desde el
mayor hasta el menor” (Es. 1:20). Para este fin, debe contemplar
todas las excelencias de su persona, sea del cuerpo o la mente,
darles el valor que merecen y no considerar que todo en su esposo es
negativo…A aun si su esposo es ignorante, igualmente ella debe
valorar la excelencia de su posición, siendo que el Espíritu Santo
lo ha descrito como “imagen y gloria de Dios” (1 Cor. 11:7). Sea
como sea que él se ve a sí mismo o como sea que lo vean los demás,
para su esposa es una persona sin igual. Si lo estimó cuando lo
escogió, debe seguir estimándolo… La esposa debe tener en cuenta
que su honor y respeto entre sus familiares y vecinos se levanta o
cae según su relación con su esposo, de modo que al honrarlo a él
se honra a sí misma.
2. Este respeto es generado por el
amor: Aunque el versículo enfatiza más el amor del esposo, es
también deber de la mujer: “Que enseñen a las mujeres jóvenes a
amar a sus maridos y a sus hijos” (Tit. 2:4). Es así que Sara,
Rebeca y Raquel dejaron a sus padres, amigos y a su país por puro
amor hacia sus esposos… Y de hecho no hay mejor modo de aumentar el
amor del esposo que el respeto de la esposa, lo cual hará que esto
sea dulce y fácil.
3. El temor [4] es el tercer
ingrediente del respeto hacia el esposo que le corresponde a la
esposa… el requisito es que tenga una “conducta casta y
respetuosa” (1 Ped. 3:2). El uno no es suficiente sin el otro.
Esto… es sencillamente un anhelo cauteloso de complacerle y
prestarle atención, no sea que lo ofenda…
[4] temor – un cuidado y diligencia
cautelosa, no un simple miedo cobarde.
II. Consideremos el respeto de la
esposa por su esposo tal como va apareciendo en las escrituras, y
particularmente en el contexto de estas palabras.
Aquí afirmo estas dos cosas:
1. Que la esposa debe respetar a su
esposo como la iglesia respeta a Jesucristo: Dice el versículo
22: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor” y el 24: “Así que, como la iglesia está sujeta a
Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”.
Abundan los ejemplos de esto, especialmente de gente sabia y buena.
El Apóstol Pablo parece decir que es el deber de la mujer sujetarse
a su esposo, así como la iglesia debe sujetarse a Cristo… Dos
cosas proclaman el respeto que la iglesia le debe a Cristo, a saber:
(1) La cuestión de su sujeción: Esto
es en todo… No es que se sujete a él en lo que a ella le plazca o
que su apetito le permita, sino que cuando él lo requiere… dice el
Apóstol: “así también las casadas lo estén a sus maridos en
todo” (v. 24), esto es en todo lo que un poder más alto, y aun la
Ley de Dios no prohíba. De hecho, si algo es inconveniente, la
esposa debe razonar con tranquilidad y demostrarle sus desventajas,
pero si no puede convencer y satisfacer a su esposo, a menos que haya
un pecado de por medio, tiene que someter su razonamiento y su
voluntad a los de él.
(2) El modo de sujetarse demuestra el
respeto de ella: Y esto es libre, voluntaria y alegremente. Es igual
como la iglesia se entrega a la voluntad de su esposo, lo cual ha
llegado a ser una de sus características “sirviendo de buena
voluntad, como al Señor” (Ef. 6:7), dando a entender que la
sujeción y el servicio que realizamos para el Señor es con buena
voluntad. Así debe ser la sujeción de la esposa: muy libre y con
muy buena voluntad, como si hubiera una misma voluntad en ambos…
Por lo tanto, un espíritu contradictorio o que actúa de mala gana
no corresponde a la esposa cristiana; deja una herida en el corazón
de él y culpabilidad en el de ella. Porque por lo general es una
señal de orgullo y engreimiento y causa zozobra en la familia, lo
cual es una maldición…Si el gobierno del esposo es demasiado
pesado, es mejor que ella deje que él rinda cuentas por su severidad
a que ella tenga que rendir cuentas por su desprecio.
2. La esposa tiene que respetar a su
esposo así como los miembros respetan a la Cabeza. Dice Efesios
5:23: “Porque el marido es cabeza de la mujer”. Él es cabeza
para influenciar y solidarizarse con ella: ese es el privilegio de
ella. Él es cabeza para ocupar con dignidad esa posición y para
administrar: eso es de él. ¿Y cómo puede esperar ella beneficiarse
de la cabeza si no la honra? Deshonrar la cabeza de un hombre siempre
se considera uno de los pecados antinaturales (1 Cor. 11:4)…Ella no
tiene que contrariar los propósitos de su cabeza. Es ridículo que
la cabeza vaya para un lado y la costilla para otro. Tiene ella que
seguir las instrucciones y los consejos de su cabeza sin vacilar,
porque los miembros no le enseñan a la cabeza para dónde ir. La
apoyan, pero no la dirigen… es sabio y el deber de la esposa
sujetarse a su esposo como su cabeza (excepto en casos en que la
cabeza esté demente o evidencie un desorden mental).
III. Esto nos trae a las
demostraciones del respeto de la esposa por el esposo, que es lo
tercero que voy a describir.
Estas son:
1. De palabra: “Porque de la
abundancia del corazón habla la boca” (Mat. 12:34). Si hay ese
temor y respeto interior en su corazón, como Dios lo requiere, será
evidente en las palabras que dice. La misma ley que se aplica al
corazón en este caso, también gobierna la lengua. “Y la ley de
clemencia está en su lengua” (Prov. 31:26). Y ciertamente aquí
“la lengua apacible es árbol de vida”, mientras que “la
perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu” (Prov. 15:4).
Este respeto de la esposa se demuestra:
(1) En sus palabras acerca de su
esposo: Las cuales siempre deben estar llenas de respeto y honra. El
Apóstol menciona a Sara como ejemplo de esto: “Como Sara obedecía
a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a
ser hijas, si hacéis el bien” (1 Pedro 3:6). Este era el lenguaje
de su corazón como lo dice antes Génesis 18:21. Y ninguna esposa es
demasiado grande o buena como para no imitar su ejemplo en esto,
hablando respetuosamente de su esposo… todas las críticas acerca
de su esposo y las palabras que lo deshonran tienen infaliblemente
consecuencias para su propia vergüenza; su honra y respeto se
mantienen o caen juntos.
(2) Las palabras de la esposa hacia su
esposo deben ser llenas de respeto. Tiene que evitar: (I) Hablar en
exceso, interrumpir ridículamente a su esposo mientras él está
hablando, y responder con diez palabras cuando una hubiera bastado.
Porque el silencio demuestra más la sabiduría de una mujer que las
palabras, y la que es sabia es de pocas palabras. Aunque parezca ser
religiosa, si no controla su lengua, su religión es en vano. Y (II)
ella tiene que cuidarse que sus palabras sean de calidad, es decir,
humildes y respetuosas. Porque el gran deseo de la esposa debe ser
“un espíritu afable y apacible”, sí, y del hombre también “es
de grande estima delante de Dios” (1 Ped. 3:4). Cuando el corazón
ha sido humillado por la gracia de Dios, se notará en sus palabras…
¿Acaso no ha dicho Dios “la lengua blanda quebranta los huesos”
(Prov. 25:15)? Esto es más de lo que puede hacer una lengua
virulenta…Le será un consuelo indescriptible en la muerte y el
juicio reflexionar en las victorias que su paciencia ha logrado y con
cuánta frecuencia su silencio y sus respuestas blandas han mantenido
la paz… Es indudable que si la mansedumbre y el respeto no
prevalecen, menos lo harán la ira y la pasión…
2. La demostración del respeto de
la esposa hacia su esposo tiene que ser también de hecho. Y eso
por su obediencia a sus directivas y restricciones… La esposa ha de
obedecer a su esposo en todo lo que no sea contrario a la voluntad de
Dios. Pero si le manda hacer algo pecaminoso según la Ley de Dios—si
le pide que mienta, que dé falso testimonio o algo parecido—ella
tiene que negarse modesta y resueltamente. Si le prohíbe hacer algo
que, según los mandatos de Dios es un deber indispensable—si él
le prohíbe orar, leer la Biblia, santificar el día del Señor o
algo parecido—entonces tiene ella que “obedecer a Dios antes que
a los hombres” (Hech. 5:29). Pero en todos los demás casos, aunque
ella puede presentarle respetuosamente a él sus razonamientos, si él
sigue insistiendo, su mejor sacrificio será obedecer y hacer lo que
le pide lo cual alivianará su yugo…
El hogar es el lugar que le
corresponde: porque ella es la hermosura del hogar. Allí están sus
ocupaciones, allí está segura… Cuando desaparecen el sol y la
luna, el cielo está oscuro; y cuando tanto esposo y esposa están
fuera de casa, se fomentan muchos problemas en el hogar, y ya sabemos
de quién es la culpa: “Alborotadora y rencillosa, sus pies no
pueden estar en casa” (Prov. 7:11).
Donde sea que el esposo juzgue mejor
vivir, allí tiene la esposa que alegremente consentir vivir, aunque
quizá por los amigos de ella o de él, sea incómodo para ella.
Entonces…aquel que designa “amar a sus maridos” (Ti. 2:4) en el
versículo que sigue le indica “ser prudentes, castas, cuidadosas
de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de
Dios no sea blasfemada” (2:5). Porque aunque se pueden silenciar
las palabras de una mujer buena, nunca se podrán silenciar sus
buenas obras…
Pocos esposos hay tan malos que la
discreción y el respeto de una esposa no los reformaría; y pocas
esposas hay de tan mal genio, que la sabiduría y el afecto de un
esposo no la mejoraría.
Tomado de “What Are the Duties of
Husbands and Wives Towards Each Other?” (¿Cuáles son los deberes
mutuos de esposos y esposas?) en Puritan Sermons (Sermones puritanos)
1659-1689, Being the Morning Exercises at Cripplegate (Siendo los
ejercicios matutinos en Cripplegate), Tomo I, reimpreso por Richard
Roberts, Publicadores. A su disposición en Chapel Library como
folleto condensado.
_______________________
Richard Steele (1629-1692): Predicador puritano y autor; reconocido como “un gran erudito, estudiante serio y predicador excelente”, autor de The Character of the Upright Man (El carácter del hombre justo) y otros. Nació en Bartholmley, Cheshire, Inglaterra
Fuente:
www.chapellibrary.org/files/9314/0535/7589/marrfgs.pdf
Puedes encontrar mas materiales para descargar en formato Pdf en la página del ministerio Chapel Library:
www.chapellibrary.org/spanish/
Richard Steele (1629-1692): Predicador puritano y autor; reconocido como “un gran erudito, estudiante serio y predicador excelente”, autor de The Character of the Upright Man (El carácter del hombre justo) y otros. Nació en Bartholmley, Cheshire, Inglaterra
Fuente:
www.chapellibrary.org/files/9314/0535/7589/marrfgs.pdf
Puedes encontrar mas materiales para descargar en formato Pdf en la página del ministerio Chapel Library:
www.chapellibrary.org/spanish/
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