lunes, 9 de febrero de 2015

Autoritarismo en la Iglesia por Steve Martin



El Problema

Se puede observar una tendencia trágica y peligrosa en alguna iglesias evangélicas contemporáneas. Algunas iglesias conservadoras y creyentes en la Biblia – aunque asumen una posición en contra de la anarquía y la atmósfera de anti-autoridad de esta generación – se han desviado hacia tendencias sumamente autoritarias. Este triste fenómeno está publicitándose cada vez más y está bien documentado (vea la lista de lecturas sugeridas al final de este artículo.)

¿Por qué esta sucediendo esto? ¿Qué tipo de actitudes engendra el autoritarismo en una iglesia? ¿De quién es la culpa? ¿Qué se puede hacer al respecto?

Antes de avanzar más, es apropiado proveer alguna definición. Para los propósitos de este artículo, se define el “autoritarismo” como el abuso de la autoridad dada por Cristo a través del Espíritu Santo y revelada en la Palabra de Dios y que los oficiales de las iglesias locales han de ejercer. Ha sido mi observación que este abuso de autoridad generalmente asume una o ambas de las siguientes formas.
Primero, el pecado del autoritarismo existe cuando los pastores y otros oficiales hablan con autoridad obligatoria donde Dios mismo no ha hablado en Su Palabra escrita. Si Dios no se ha pronunciado sobre el asunto, es una usurpación del Creador. Un pastor puede proclamar justamente “Así dice el Señor” cuando predica contra la idolatría, el adulterio, la codicia, el casarse con un inconverso o alguna otra violación de los mandamientos directos de Dios. Esa es su responsabilidad y Dios ayude al hombre que “hace trizas” los textos para decirle palabras suaves a su rebaño. Pero, el pastor no tiene la orden de parte de Cristo de hablar con la autoridad obligatoria de la aprobación legal de Dios de asuntos sobre los cuales la palabra escrita de Dios guarda silencio.

Segundo, el pecado del autoritarismo existe cuando los pastores y otros oficiales usurpan el Señorío del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en las vidas del pueblo de Dios al decidir la voluntad de Dios para ellos en donde la Escritura guarda silencio. Los oficiales de la Iglesia no pueden declarar la voluntad de Dios para el pueblo de Dios en decisiones tales como la carrera de uno, la escogencia de un cónyuge Cristiano, la escogencia de un empleo legítimo, el lugar donde vivir, la escuela a la que se asiste, etc., sin llegar a ser deidades sustitutas. Los rebaños con facultades paralizadas para tomar decisiones revelan una exposición a pastores que jugaron con ellos a ser Dios. De este modo, la tendencia pecaminosa revelada en la irónica observación de John Milton (“El nuevo presbítero no es sino el antiguo sacerdote, solo que escrito más largo”) regresa para perseguir a las iglesias. Y aún más triste, algunas ovejas adoradoras de ídolos aman que así sea.

Las Causas del Problema

Ciertamente que la causa del autoritarismo y de la adoración de ídolos es el pecado. Pero, ¿cuáles pecados en particular necesitan ser reconocidos, de cuáles hay que arrepentirse y de cuáles hay que avergonzarse con la ayuda del Espíritu Santo? Vienen a mi mente cinco pecados de los pastores y tres pecados de las ovejas. Tomados juntos producen iglesias con una poderosa patología pecaminosa que deshonra a Cristo, sofoca a las ovejas, hincha a los pastores y obstaculiza la obra de Dios.

Los Pecados de los Pastores

Los pastores autoritarios de hoy parecen caer presas de uno o más de los siguientes pecados mientras ejercen su ministerio.

1. Idolatría: Los deseos pecaminosos de algunos hombres de siempre estar en control, especialmente el control de las vidas de las ovejas del Señor. Tal pecado no es sino un intento apenas velado de jugar a ser Dios. Y no erremos, tales hombres llegan a ser como Dios para su rebaño. Apenas sorprende que los pastores con tales tendencias pecaminosas eventualmente lleguen a lograr una infalibilidad casi papal en sus iglesias. El mandamiento de Pablo a Tito en 2:15 (“Reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie”) es su verso clave en la práctica, sino es que también en precepto. Generalmente el pecado idolátrico del control es acompañado por un espíritu iracundo, amonestador y generador de ansiedad dado que el líder autoritario no tolerará la pérdida de átomos en su universo personal de control (cf. Eze.34:4c; Mat. 20:25; 1 Ped. 5:3). Tales pastores auto-deificados producen congregaciones que tienen más temor de contrariar a los pastores que el que tienen de contrariar a su Señor y Salvador. Los hombres que deben ser “Dios” para su pueblo irónicamente pierden la autoridad del Espíritu Santo de Dios por su pecado, y la autoridad dada por Dios es reemplazada por el control carnal mantenido por la manipulación, la intimidación, la coerción verbal y el abuso de la autoridad eclesiástica (e.g., “Ahora, yo soy el anciano de ustedes así que mejor... o sino...”). La descripción de Diótrefes que hace el apóstol Juan parece caer bajo tal categoría de pecado (3 Juan 9-10).

2. Falta de Oración: Los pastores autoritarios no confían en la oración por su pueblo como el instrumento primario ordenado por Dios para la edificación de Su Pueblo. Como resultado, coaccionan e intimidad verbalmente a su pueblo para que se conforme. Buscan confiar solamente en el “brazo de carne” de sus propias tácticas de mano dura. Tales pastores carnales gastan más trabajo regañando, amenazando, manipulando, confrontando y “ejerciendo disciplina” para hacer que su gente se conforme a sus deseos que el que realizan ante el trono de la gracia buscando esa obra sobrenatural del Espíritu que conforma a los santos a la imagen de Cristo (2 Cor. 3:18). La Palabra de Dios dice claramente que el arsenal de todo pastor incluye la vara y el cayado. Pero también enfatiza la importancia de la oración intercesora por el crecimiento del pueblo de Dios (cf. las oraciones registradas de nuestro Señor y las del Apóstol Pablo a favor de su gente). Tristemente, muchos pastores golpean a sus ovejas debido a que las armas de la carne son más cómodas en sus propias manos que las armas del Espíritu. El Apóstol Santiago advierte respecto a hombres cuyas vidas están marcadas por las ruinas de su liderazgo carnal y lo vincula a su falta de oración (Sant. 3:13 – 4:3).

3. Incredulidad: muchos oficiales no creen en las declaraciones y en las promesas de Dios en la Escritura. No creen que Cristo es Señor de Su verdadera iglesia y que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. No creen que Dios el Espíritu Santo es también Señor de la iglesia, y que conforma al pueblo de Dios a Su imagen. No creen que Dios el Padre ejercerá Su amor Paternal y Su disciplina en las vidas de sus hijos adoptados. En su incredulidad, que le sigue muy de cerca los talones a su propia falta de oración, los pastores autoritarios desarrollan la mentalidad, “Si no hago que hagan esto, ¡no lo van a hacer!” o “Si no hago que hagan esto, ¿quién lo hará?” Realmente no creen que el Espíritu Santo va a supervisar a Su pueblo y a convencerles de pecado cuando están lejos del pastor. Así como los padres Cristianos deben confiarle al Señor a sus hijos adolescentes cuando conducen el auto por la carretera o cuando salen para la universidad, así los pastores deben aprender a confiar en Dios el Espíritu Santo para operar en las vidas de Su pueblo cuando están fuera de la mirada vigilante de su pastoreo local. Tristemente, tales pastores crean una “mentalidad de policía” en sus congregaciones donde la vida de todos es monitorizada e inspeccionada cuidadosamente por cualquier desviación, y los “pecados” han de ser reportados al liderazgo de la iglesia inmediatamente.

4. Falta de Amor por las Ovejas: Los pastores en la antigua Palestina caminaban delante de sus ovejas, dirigiéndolas y llamándolas por nombre para que les siguieran hacia pastos verdes y aguas frescas. Las ovejas les seguían porque habían llegado a conocer el cuidado fiel y el interés lleno de amor de los pastores por su propio bienestar. Era el pastor el que dormía a la puerta del redil para proteger al rebaño durante la noche. Era el pastor el que peleaba con el oso, el león y otros depredadores. Era el pastor el que protegía al rebaño de los ladrones. Era el pastor el que dejaba a las 99 para ir a buscar a la oveja perdida. Era el pastor el que dirigía con dulzura a las ovejas que requerían cuidado y a sus pequeñuelos.

Tales imágenes describen con seguridad un amor sacrificial por las ovejas de parte del pastor. Pero los tiempos han cambiado para muchos pastores en Occidente. Los “hacendados de ovejas” ahora emplean perros ladradores y pastores en helicópteros para conducir a las ovejas asustadas, agobiadas y perplejas delante de ellos. Las ovejas en tales operaciones contemporáneas son motivadas por el temor de las mordidas y gruñidos de los perros aparentemente omnipresentes del pastor y el bramido incesante del mismo pastor por el parlante de su helicóptero encima de ellos.

Tristemente, en demasiadas congregaciones el día de hoy, las ovejas son dirigidas por un hombre más parecido a un insensible empacador de carne que a un pastor amoroso. A muchos pastores modernos ni siquiera les gusta pastorear; ése es simplemente su negocio. De hecho, a los hombres se les anima a no acercarse demasiado a las ovejas o a no involucrarse emocionalmente en sus vidas y problemas. A muchos pastores en realidad no les gusta (mucho menos aman) su gente. Promueven el testificar y la evangelización mundial, pero no les gusta estar rodeados de pecadores individuales. Uno necesita solamente leer acerca de la amorosa compasión de nuestro Señor por los pecadores, parecidos a ovejas, de Su ministerio terrenal (Mat. 9:36; 14:14; Mar.1:40-41, 10:21) y darse cuenta cuán lejos de eso se encuentran muchos ejemplos pastorales de hoy. El amor pastoral sacrificial, que pone de lado su vida por la oveja, ha sido sustituido por la administración sin amor de las ovejas por parte de descuidados hacendados ovejeros.

5. El Orgullo: en la raíz, todos los pecados antes mencionados de los oficiales brotan de un sentido hinchado de su propia importancia. Juan Calvino señaló de manera inteligente que desde el rey en su trono hasta la criada en la cocina, cada uno de nosotros alberga un reino en su corazón. Tal es el orgullo pecaminoso del corazón humano. Las criaturas salvadas por la gracia soberana de su Creador y puestas al servicio de sus congéneres criaturas también pueden, con demasiada rapidez, olvidar que no son sino vasijas de barro hechas de “polvo altivo” (para usar la acertada expresión de Thomas Watson). Se nos debe recordar que ostentamos nuestro oficio por voluntad de nuestro Maestro, para hacer lo que Él quiere, y para impulsar Su Reino. Los pastores humildes nunca olvidan de donde han venido ni a quien deben rendir cuentas.

Los pastores humildes ven las ovejas de Dios con compasión; los pastores orgullosos menosprecian a las ovejas con desdén por sus debilidades y faltas. Los pastores humildes recuerdan que incluso el Gran Pastor de las ovejas soportó pacientemente los malentendidos, reprimendas y hasta regaños carnales de Sus ovejas (cf. Mat. 16:22; Mar. 4:38; 1 Ped. 2:21-23). Sin embargo, los pastores orgullosos reaccionan ante el más mínimo desaire, real o percibido, hacia sus “augustas personas.” ¡Cuán diferentes de su Maestro! Los pastores deben aprender que no pueden ser conformados a la imagen de Cristo como perdonadores y llenos de paciencia a menos que sean molestados y tratados de manera incorrecta. El orgullo, sin embargo, responde a las irritaciones de los pecadores con ira. Un líder iracundo es un líder orgulloso.

Los Pecados de las Ovejas

Es triste decirlo pero las mismas ovejas contribuyen con sus propios pecados a la creación de ministerios autoritarios. Habiendo hablado con muchas ovejas heridas, me ha impactado como casi nunca reconocen su propia culpabilidad. Son rápidos para echarle toda la culpa a sus severos maestros. Pero los pequeños dictadores no pueden reinar sin el consentimiento de sus pusilánimes y serviles lacayos y súbditos. Existen al menos tres pecados con los que ellos contribuyen a la patología pecaminosa de las iglesias autoritarias.

1. La Adoración de Ídolos:
La carne pecaminosa no está contenta con la realidad del único Dios verdadero. Quiere confeccionar un ídolo en lugar del Dios invisible que es espíritu. Existe siempre la tentación de actuar como los Judíos del tiempo de Saúl quienes querían un líder humano al que pudieran ver, en lugar del Dios invisible (cf. 1 Samuel 8). Pero Dios no comparte Su gloria con ningún hombre, ni siquiera con los “hombres llamados” quienes son promovidos al status de semi-dioses por parte de sus rebaños. Tales rebaños, con demasiada frecuencia, se encuentran para sí mismos a un hombre a quien le gusta señorear sobre el rebaño. Así que, de esta manera se completa una relación simbiótica pecaminosa entre una autoridad abusiva asociada a sus subalternos adoradores de ídolos (Jeremías 5:30-31).

2. Temor del Hombre: Demasiadas ovejas están más apegadas al deseo de complacer a un hombre, o más temerosas de desagradar a un hombre, de lo que están de complacer o desagradar al Dios Todopoderoso (cf. Prov. 29:25; Juan 5:41-44). Pasan su tiempo danzando alrededor de su ídolo, invirtiendo sus energías en satisfacer todos sus caprichos y buscando evitar su ira. Aquellos que buscan complacer a los hombres no tienen muchas ganas de enfrentar los conflictos potenciales. Nunca se atreverían a hacerle a su exaltado líder una pregunta, no importa cuán respetuosamente lo hagan. Nunca solicitarían la base bíblica para una decisión tomada por el liderazgo, aún cuando esa decisión parece desafiar la clara enseñanza de la Escritura. Tales hombres, complacientes de los hombres, ansían más la sonrisa del semblante de un hombre que la sonrisa de Dios y no hablarán la verdad en amor (Efe. 4:15).

3. Incredulidad: Demasiadas ovejas no creen que Dios todavía guía hoy a Su pueblo a través de los medios de la meditación de la Palabra de Dios, en espíritu de oración, y el ministerio iluminador del Espíritu Santo. Es más fácil para la carne suspender el uso de las facultades espirituales y los medios bíblicos de dirección por el atajo de pedirle al líder que determine la voluntad de Dios y que tome las decisiones todo el tiempo. No sorprende que las ovejas que ponen a los hombres en pedestales, quienes de manera tímida le sirven a los hombres y quienes no creen que Dios todavía dirige, caigan presa de pastores abusivos. Es solamente por la gracia de Dios que esto no sucede con más frecuencia. (Incluso los buenos hombres conocen la tentación de llegar a ser “dioses” sustitutos para su gente y deben resistir rotundamente a la tentación de responder siempre las preguntas relacionadas con la dirección y la toma de decisiones.) Quizás, en algún momento, los pastores autoritarios sean las varas de castigo de Dios sobre las espaldas de ovejas adoradoras de ídolos, complacientes de los hombres e incrédulas quienes no dejan que Dios sea su Dios, sino que ponen en Su lugar a una mera criatura (cf. Is. 2:22; Sal. 33:13-19).

La Cura para los Pastores Autoritarios y las Ovejas Idólatras

El llamado de la Palabra de Dios a los pecadores es siempre “arrepentios y creed.” Así es también con el líder que ha ejercido su oficio de maneras pecaminosas. Es también así hacia el miembro de una iglesia local que ha preferido pecaminosamente poner su vista en débiles hombres en lugar de hacerlo sobre el Dios Todopoderoso.

Los pastores convictos de los pecados del autoritarismo debiesen venir humildemente a la Palabra de Dios, y en espíritu de oración, meditar en aquellos grandes pasajes que delinean la obra del hombre de Dios y advierten en contra del abuso (Gén. 18; Éxo. 32-33; Lev. 10; Eze. 34; Mat. 23; las Epístolas Pastorales, 1 Ped. 5, et al). El arrepentimiento implica confesión. Los pecados públicos deben ser confesados públicamente; los pecados privados deben ser confesados en privado.

Los pastores culpables de autoritarismo harían bien en predicar, para sí mismos y sus rebaños, una serie extendida en 1 Corintios 13, Filipenses 2, el Sermón del Monte, o Juan 10. No debiesen tener temor de humillarse a sí mismos hasta el polvo ante Dios y su gente, pues nuestro Dios no desprecia un corazón contrito y humillado (Sal. 51:17). Él se acerca al humilde y al manso y lo levanta. El verdadero pueblo de Dios no va a despreciar “a un buen hombre que es lo suficientemente bueno como para reconocer que no es suficientemente bueno.” Los pastores deben buscar cultivar el hábito de la oración intercesora a favor de su pueblo. Deben orar pidiendo una gracia especial para resistir la persistente tentación de jugar a ser Dios delante de su gente. Deben aprender a reorientar a los potenciales adoradores de ídolos hacia el Dios viviente, quien se deleita en Su Novia pero que no la compartirá con otro. También deben orar por las ovejas para que no vayan a amargarse sino que perdonen los pecados del pastor. Los pastores que han sido culpables de no amar a sus rebaños sacrificialmente deben orar que Dios el Espíritu Santo produzca el fruto amoroso del Espíritu en sus corazones, y con una compasión alimentada por la generosidad, deben cultivar obras de interés amoroso aún cuando el “sentimiento” inicial de amor no esté presente. Dios no ocultará Su Espíritu por mucho tiempo del hombre que suplique por gracia para amar al rebaño como Cristo lo hace y quien comienza regularmente a darse a sí mismo a ellos en actos sacrificiales de servicio. A los hombres que se humillan delante del Señor se les mostrará lo que necesiten ver, y se les mostrará otra vez como la sangre de Cristo limpia incluso las manchas de los pecados pastorales.

Las ovejas convictas de adorar ídolos, de complacer a los hombres y de no creerle a Dios también deben enfrentar sus pecados y arrepentirse. Tal arrepentimiento incluirá el estudio y la meditación de la Palabra de Dios respecto a la idolatría, el complacer a los hombres y sobre el pecado de la incredulidad. Las ovejas deben aprender a poner su mirada en el Gran Pastor de las ovejas. La fe débil crece mejor siguiendo una dieta de estudio regular y un escuchar con fe de la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Las ovejas también deben aprender de la Palabra de Dios que el conflicto duradero, real o imaginado, no es la peor cosa en el mundo y que lo peor que un hombre puede hacerle a usted no es nada comparado con lo que el Dios Todopoderoso puede hacerle. Las ovejas deben ser alentadas a aprender, con mayor profundidad, que son sacerdotes-creyentes con igual acceso a Dios y con el mismo mérito de Cristo, como su título de propiedad, para tomar parte en la oración. Es poco probable que las ovejas que caminan con Dios, que conocen Su Palabra, la creen y la obedecen, caigan presa de dioses de latón, de ídolos de barro y de pastores carnales.

Que Dios le dé la gracia a Su pueblo para ver sus pecados y arrepentirse de ellos. Que no nos atrevamos a gloriarnos en nuestra condición actual y a ignorar perezosamente al deplorable estado de buena parte de la Iglesia de Cristo. Debemos primero juzgarnos a nosotros mismos para que no seamos juzgados. Y debemos rogar por los propósitos y promesas de nuestro Padre al suplicarle por la renovación del Espíritu Santo.

Recursos adicionales para ayudarle a ver el problema y no darle la espalda

Se debiesen memorizar y meditar aquellas porciones de la Palabra de Dios que hablan directamente a los pastores. Un pastor o anciano haría bien en memorizar Ezequiel 34:1-16; Juan 10:1-18; 1 Corintios 13; Filipenses 2:1-11; 1 Tesalonicenses 2 (todo el capítulo); 1 Pedro 5:1-11.

1. Martín Lutero, “La Libertad del Cristiano” en Tres Tratados, Concordia; un claro llamado de la Reforma contra los abusos de la autoritaria Iglesia de Roma.
2. Jerram Barrs, Pastores y Ovejas, Intervarsity Press; evaluación de los gruposPentecostales y su pastoreo de finales de los 70’s pero tristemente todavía aplicable a los abusos de autoridad del día de hoy.
3. Roger O. Beardmore, ed. Pastoreando el Rebaño de Dios, Sprinkle Publications; un tesoro de buen consejo y enseñanza sobre la supervisión bíblica. Debiese leer y releerse por todos los oficiales de la iglesia. El capítulo de Roger Beardmore es especialmente pertinente a la cuestión que discutimos.
4. Harold L. Bussell, Devoción Impura, Zondervan; sub-titulado “Porque los Cultos Atraen a los Cristianos.” Examina el problema del liderazgo manipulador en los grupos en las iglesias y toca algunos de los asuntos más espinosos enfrentados no solo por los cultos heréticos sino también por las iglesias ortodoxas autoritarias.
5. Martyn Lloyd-Jones, Autoridad, Estandarte de la Verdad; una contribución única e invaluable sobre la autoridad que el Espíritu Santo da las iglesias y a Sus siervos. Cita los intentos de los evangélicos de los pasados 200 años por recobrar su autoridad perdida sin recurrir al Espíritu Santo. Los Puritanos debiesen tomar nota de su pérdida de la iglesia y del poder pastoral: “El Espíritu Santo tiene una polémica con nosotros. Debemos detenernos y ver qué es lo que hemos hecho para entristecerle o apagarle.” Hoy preferimos poner nuestra vista en conferencias, oradores y eventos especiales, el entretenimiento “alegre,” y el ejercicio del poder eclesiástico burdo. Los lectores que conozcan su historia
eclesiástica harán un gesto de reconocimiento.
6. Clifford Pond, Solamente Siervos, Grace Publications Trust; muestra al líder como siervo de Cristo y de Su pueblo. Recordatorios refrescantes.
7. Ron Enroth, Iglesias que Abusan, Intervarsity Press; hace una triste crónica de los abusos de poder que son realizados en el nombre de nuestro Señor Jesús.
8. Erroll Hulse, ed. Nuestra Herencia Bautista, Reformation Today Trust; consejo sabio y bíblico sobre el enfrentar y tratar con problemas que afectan a los Bautistas Reformados, y en verdad a todo el cuerpo de Cristo. Debiese ser considerado y discutido entre grupos de líderes de la iglesia.
9. Donald A. Carson, Un Llamado a la Reforma Espiritual, Baker; un examen conmovedor e iluminador de las prioridades de Pablo a través de los lentes de sus oraciones por las iglesias. Por un exegeta experto y maestro que tiene un corazón para Su Señor y Su Iglesia. Sería un excelente punto focal para el liderazgo de la iglesia y para una serie de sermones.
10. Jonathan Edwards, La Caridad y Sus Frutos, Estandarte de la Verdad; poderosa exposición de 1 Corintios 13 con una aplicación impactante para nosotros el día de hoy. Los pastores que necesitan aprender más con respecto al amor tienen aquí bastante en qué
pensar.
11. A. W. Toser, La Decreciente Autoridad de Cristo en las Iglesias de Hoy, Publicaciones Cristianas; ¡vea nada más lo que dice! Toser creía que los siervos de Cristo a menudo tratan de ejercer más autoridad en las iglesias locales que la que el mismo Cristo ejerció a
través de Su Palabra. Se acerca dolorosamente al punto en el que se encuentran demasiadas iglesias.

–Steve Martin

Nota: Este artículo también aparece en El Diario de los Fundadores 15 (Invierno 1994).



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